miércoles, 9 de noviembre de 2011

unmigone goes Miami: regreso


1,2,3,4,5,6,7,8,9 bultos, 10... Aunque era la una de la mañana en Ezeiza y el inspector de aduana no tenía muchas ganas de investigar, igualmente me sometió a un breve interrogatorio.
-Maestro, ¿sos argentino?
-Sí
-¿Compraste mucho?
-Eee, noo, cosas para el bebé, juguetes, esta sillita sale 70 dólares nomás (me equivoqué, salía 30 y ni siquiera era para nosotros).
-Ah, ¿son dos? Bueno, pasá.
(fin del viaje)
Unas 25 horas antes habíamos llegado al aeropuerto con la esperanza de abordar el vuelo 4521. Pero la gente de Lan determinó que el avión no estaba listo para partir así que nos dejaron una noche más en Miami y nos hicieron perder un día de trabajo.
Con la sensación de que no saber cuánto tiempo puede pasar hasta que podamos volver allí, intentamos aprovechar de la mejor manera el tiempo de la estadía. Eso es bueno para la rentabilidad del viaje pero malo para nuestro descanso.
No hay queja, hicimos lo que el manual del buen viajero miamense indica (y más): visitamos todos los principales malls, estuvimos presentes en los festejos de Haloween, anduvimos en un Mustang, recorrimos la playa en bicicleta (Agus), caminamos la Lincoln de punta a punta muchas veces, tomamos café caminando por la calle, vivimos como los locales, aceptamos las invitaciones de los locales a sus casas y también tuve que trabajar.
Que se repita.

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