miércoles, 27 de agosto de 2014

Anti ensayo del desvelo

A la luz de la vela (una imagen que debería ser reemplazada por "a la luz de la pantalla del teléfono"), acostado en la cama, estirado, con las piernas para generar una fuente de calor más poderosa aún que el edredón, a punto de caerme del colchón y a punto de que se me resbale el teléfono escribo ésto.
Descruzo las piernas y escribo la palabra descruzo tantas veces como sea necesario para que el teclado mínimo del iPhone 5S entienda que lo que quiero decir es simplemente "descruzo".
No descrito, no descrizo, no describo. Descruzo. Una palabra que suena mal hasta en mi cabeza, y peor aún en el texto. 
Ahora el problema es la postura. Los bíceps hacen fuerza. Sí, bíceps tensionados por escribir en la cama. Tpmá! (Eso quiso decir "¡tomá!"). No es que uno diga "ay mirà qué bruto lo que trabajaban esos músculos" como diría el Chavo pero te juro que cansan. ¿Cuánto falta para que venga el sueño?
Me voy a escribir sobre Cortázar ahora.

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