martes, 19 de abril de 2016

Cualquiera puede hacer un asado

Vuelvo del autoexilio, el hiato más largo de la historia de este blog, para hablar sobre asados.
Así como hace mucho tiempo que he criticado a los fundamentalistas del mate, le toca el turno ahora a los que reclaman un aplauso para el asador.
Muchas veces he visto a gente culta o no, instruida o no, mujer u hombre, lamentándose o no, admitir que no saben hacer un asado.
Acá está el secreto que hoy voy a revelar. Para hacer un asado no hace falta más que manejar dos variables: carne y fuego.
La primera, tal vez la más importante es seleccionar una buena materia primar, lo que se va a comer.
La segunda requiere ciertas nociones mínimas de técnica. Pero una vez que aprendimos a prender un fuego generoso, tener calor suficiente (vía carbón o leña) y sobre todo mantenerlo, el resto es chamuyo.
El asado lo hace Dios.
¿Se puede pasar la carne? Sí, por supuesto. Pero cualquier persona con sentido común se da cuenta cuándo es el momento de correr del fuego lo que ya está a punto para que no se pase.
¿Se puede quemar el asado? Sí, pero es muy improbable, En la medida que estemos cerca de la parrilla, el fuego nos avisa que algo está mal y nos da tiempo para correr y arreglar.
Está bien, hay otras cuestiones que hacen a un buen asado. Y quedan algunos temas para desarrollar.
Por ahora, esto es lo que voy a tirar. Son reflexiones sueltas, sin editar, pero sentidas.
Volvimos.